Luego de la largada, los vehículos se apostaron en las dunas de Pisco en medio de un paisaje seco que sólo se vio alterado por el colorido campamento de la competencia que ocupa 12 hectáreas de extensión. Argentina sufrió su primera baja.
La largada revolucionó Lima, donde más de medio millar de personas se dio cita a orillas del Océano Pacífico (y sobre los acantilados que los rodean) para despedir a los más de 459 competidores que aspiran a llegar el 20 de enero a Santiago.
La largada revolucionó Lima, donde más de medio millar de personas se dio cita a orillas del Océano Pacífico (y sobre los acantilados que los rodean) para despedir a los más de 459 competidores que aspiran a llegar el 20 de enero a Santiago.
Los 76 participantes argentinos en la 35° edición del Dakar, la quinta en Sudamérica, cumplieron la tradicional bajada de la rampa en horas del mediodía y ya se encuentra en carrera.
Un intenso sol iluminó la capital peruana para darle la despedida a la caravana del Dakar, que se internó en el desierto. Hubo dos incidentes menores: una persona cayó desde 15 metros en un acantilado y por suerte sólo sufrió heridas menores; además, un excéntrico auto intentó colarse en el podio, pero luego de superar varios filtros fue detenido por el personal de seguridad.
Una de las particularidades que presenta esta edición del Dakar es la cantidad de policía destinada a custodiar a los pilotos y sus equipos, además de cuidar a los espectadores durante todo el recorrido. Miles de efectivos de seguridad y personal contratado se apostaron desde la madrugada en el distrito de Chorrillos para evitar cualquier inconveniente. Esta imagen se repitió a lo largo de todas las localidades por donde la caravana de vehículo pasó entre Lima y Pisco.